19 de fevereiro de 2010

Adiós, Barcelona.

Tu me permitiste vivir con mucha intensidad. Imaginaba que esta intensidad no resistiría al tiempo. Y que la monotonía de aquellos que habitan una ciudad siempre les acometen. Ahora quisiera yo que el tiempo parase para no tener que dejarte... Me imaginé construyendo una vida en ti muchísimas veces mientras caminaba para el metro, hacía compras en el mercado y miraba los niños jugando por las plazas de Gràcia. Compartí tu magia en pensamiento con todos los que amo. He soñado tanto en tus brazos, Barcelona...

En ti, fue la primera vez que viví con personas de otras culturas. Fue la primera vez que viví con más de una persona. Descubrí que me encanta vivir con la casa llena. La hija única que siempre tuvo mucho espacio solo para ella, ahora quiere dividir todo el poco espacio que tiene con muchos el día entero, todos los días. Puede ser una fase... muchos me dijeron. Si así es, la estoy aprovechando. Y si cuando llegué en esta habitación pequeños detalles me molestaban, ah.... ahora no más! "- Há tanta vida lá fora!"

En ti, más precisamente en la calle Puigmartí 44, conviví con la pareja de Vigo. Conocí la seguridad de Sara. Y si en su forma de hablar, caminar y defender sus opiniones está su fuerza, es cuando cierra la puerta del cuarto e empieza a tocar el violino, que su sensibilidad se expande por toda la casa y la toma cuenta. De Sara quiero llevar esta firmeza, esta capacidad de caminar siempre de cabeza erguida pase lo que pase.

Tuve también la oportunidad de conocer su novio, el baterista de la banda Manos de Topo, Rafael. Rafa asobina mientras trabaja, baila mientras pasa por el pasillo, canta mientras cocina y toca mientras come. De Rafa quiero llevar esta alegría musicada que tranquilizó estas 3 mujeres durante todo este año. Y de la convivencia con ellos, como pareja, llevo la importancia de respectar el espacio del otro bien como las fortalezas de una vida compartida. Rafa también me permitió conocer a Muxi, el gato con actitudes de perros. Y si cuando llegó en le piso no quería que la pequeña fiera entrara en mi cuarto, hace tiempo ya lo dejo dormir en mi cama todo el día, le doy besos y abrazos, y le extrañaré mucho...

De Natália, la colombiana de Armenia, quiero poner en la maleta su libertad sin tamaño. Me acuerdo que Nat odiaba caminar de metro: "Así no se ve la ciudad, uno no se sabe dónde estás!" A Nat le gusta la bicicleta, el viento en el pelo, enfrentar el inesperado, vivir la oportunidad sin miedo. Ahora ella está feliz y tranquila en su ciudad, pero siempre estuvo en Barcelona como si ahí se fuera quedar, se entregando al trabajo, amigos, paseos, viajes... al presente. Aprovechó cada minuto sin rechazar las curvas que aparecieron en su camino.

En el mismo piso también conocí y sentí la energía de Juliana Duque. Juli apareció para me enseñar español. Fue la primera cosa que me dijo cuando llegó y notó que yo todavía hablaba en inglés con los compañeros de piso. "Aiiii no, Ju, hay que empezar a hablar español ya!" Gracias a la paciencia de la colombiana de Bogotá soy capaz de escribir este texto sin pensar. Chévere, chistoso, mamona, chiquito, queriiiida, churro son expresiones que llevaré conmigo. Y ligada a cada expresión, me acuerdo de una buena historia. Pero además de mi profesora particular de español, la chica que tiene el mismo nombre, hace el mismo Máster y vivió en el mismo piso que yo me hizo aprender mucho con nuestras diferenzas. La practica y enérgica Juliana me mostró el peso de mi cobranza conmigo misma. Ella me enseño a retirar toda la importancia que daba a lo que no merece. Optimismo, energía, apoyo, escucha y una amistad para toda la vida es lo que quiero llevar de Juli.

De las amigas colombianas de Juli, Ana y Pao, y de mis compañeros del Máster: Diana, José, Cris González, Juli Pantoja, Yuli, Laura, Sara, Orlando, Germana, Fran y Manuel, llevo un mar de buenas memorias, entre rumbas, cenas colombianas, italianas, venezolanas y españolas, mucha solidariedad, respecto y cariño. Mejor dicho, llevo el sabor de estar en familia y la seguridad de que estos son los mejores ingredientes para construir y se sentir parte de - una familia.

No solo me despido de ti, pequeña. La pequeña que tiene todo lo que me gusta en las grand ciudades. Una vida cultural que no nos permite planear porque se puede encontrar un concierto buenísimo mientras se busca por otro. Fui sorprendida por tus calles muchas veces y tu siempre nos deja el sentimiento de que hay más cosas que hacer, que ver y que yo podría ter hecho y aprovechado más... quizá por esto me gustaría volver. Tus curvas, colores, playas y parques me llevaran a apreciar la vida despacio mientras sentía que el tiempo volaba... Me despido no solo de ti, querida. Pero de una etapa en mi vida. Una etapa dónde pude descubrir qué aspectos de una ciudad agregan calidad de vida a mi vida y cuáles quiero que sigan haciendo parte de ella a largo plazo.

En estos días intensos entre compañías increíbles y momentos de soledad, siento que aprendí a valorar quien se preocupa conmigo y a saber relacionarme con quien solamente quiere aprovechar el momento y ya. Tu me permitiste conocer a tanta gente... perdí la cuenta de cuantas personas conocí. Hoy cuento en los dedos los pocos que quiero seguir en contacto. Hay tantas historias para contar sobre lo que enfrenté en tus brazos, pero ya me siento tan nostálgica, siento un vacío tan grande en el pecho que no quiero seguir escribiendo. Quiero aprovechar las últimas horas que tengo en ti... además, siento que en este espacio que alcanza a todo el mundo no hay espacio para mis dolores más fuertes tampoco los más sabrosos momentos...

No me importa. Los mejores recuerdos siempre sabrán yo y tu: Barcelona.