14 de novembro de 2009

Respuesta a una amiga, a la soledad y al miedo

Hace dos semanas, recibí un mensaje de una amiga por coreo electrónico. Nos vimos la última vez no hace mucho tiempo, en agosto, cuando estuve de vacaciones en Brasilia. En el mensaje, ella me decía que está pasando por un momento de decisiones difíciles sobre qué hacer de su vida: quiere cambiar de alguna forma pero no sabe en qué aspecto ni cómo. Ella es una gran amiga, una mujer muy fuerte e inteligente y ahora está empezando a pensar en la posibilidad de salir de casa. Entonces, ella me dijo que se acordó de mí para ayudarla. Me sentí súper orgullosa de que ella tenga se acuerdado de mí. En el mensaje, ella me hizo algunas preguntas: “¿Cómo es vivir lejos de tus padres durante dos años?”, “¿Echas mucho de menos a tus amigos de Brasilia?”, “Te sientes muy sola?”, “Como enfrentas los momentos de soledad?”

Mientras pensaba en cómo iba a contestar a las cuestiones hechas por mi amiga, muchas ideas y reflexiones pasaron por mi cabeza y miles de sentimientos pasaron por mi corazón. Lo que podría ser sólo una conversación entre amigas, se ha convertido en un momento terapéutico.

Estoy segura de que fue mucho más fácil salir de casa por 2 años después de ya haber afrontado esta misma experiencia por menos tiempo en otros periodos. Después de vivir en Toronto durante dos meses en 2004 y en Montreal durante seis meses en 2005, quería salir de Brasil en 2008 no apenas con ganas de hacer un Máster, pero especialmente porque ya imaginaba que sería más una experiencia increíble en términos de maduración y crecimiento personal. O sea, cuando tenemos la posibilidad de enfrentar retos difíciles poco a poco la adaptación es mucho más fácil que cuando los debemos enfrentar de una única vez.

Le dije a mi amiga también que echo mucho de menos a todos mis amigos, por supuesto. Tener un amigo de otra cultura que no sea la tuya, compartir asuntos íntimos con personas que no hablan tu lengua materna es bastante delicado. Tengo, en muchos momentos, una sensación de tristeza y de pérdida (incluso) de los que amo en Brasil. Muchas veces siento, cuando miro sus fotografías y descubro sus novedades, que no estoy participando de la vida de ellos como gustaría. Pero, al mismo tiempo, evito llamar a mis amigos o familiares en Brasil con constancia. También nunca tuve muchas ganas de buscar las asociaciones de brasileños en Portugal o España. És muy fácile encontrar brasileños por las calles y claro que conocí muchos brasileños así, hablando espontáneamente con ellos cuando les escuchaba, pero tampoco me esfuerzo para participar de citas brasileñas. Desde que llegué, me dije a mi misma que solamente sería capaz de construir nuevos lazos aquí si no estuviese conectada a mi país con frecuencia. Creo que vivir con plenitud en otro sitio exige enfrentar la soledad.

Luego, amiga querida, el cambio más doloroso que sufrí en estos meses no se debe acostumbrarme con la cultura, la comida, el clima. Tampoco se refiere a hablar en inglés o español, tener muchos trabajos que hacer o plazos a cumplir. Lo que más me llamó atención en términos de aprendizaje personal fue notar la importancia de la seguridad. Notar que no soy tan segura como pensaba que era. Y tengo notado la presencia de la seguridad en diferentes contextos. La mejor presentación de un trabajo de cualquiera asignatura no fue de aquel colega que yo sabía que había estudiado bastante, sino que de aquel alumno que transmitió más seguridad mientras hablaba y, por esto, explicó todo de forma muy clara y tranquila. Claro que el conocimiento lleva a una mayor seguridad, pero ni siempre es así. Otro ejemplo. Me dé cuenta que los hombres que con quien me interesé por demasiado en toda mi vida fueron los que se demostraron extremamente seguros de ellos mismos y de sus escojas al estar a mi lado. Y esta seguridad me transmitía una confianza que me invitaba a querer estar con ellos por más y más y más tiempo. No estoy hablando de personas con elevadísima alto-estima ni mucho menos snobs, pero de personas de reconocen sus cualidades y defectos y saben vivir consciente de ellos.

Puede parecer raro para ti, querida amiga, decirte esto pero vivir sola me hice llegar a una conclusión interesante: aquí tengo menos amigos, pero siento que tengo más libertad. Pocas fueron las veces que tuve que decidir qué hacer por fines de semana en Brasilia: ya había siempre dos o tres invitaciones para fiesta en la casa de uno, cumple de otra, cena con mis amigos del inglés, cine con los amigos del francés, longos almuerzos con mi papa o mama y barbacoas con la familia. Aquí, abro los periódicos y me pregunto: ¿para dónde me voy hoy? Me deparé con el miedo en muchos momentos que no quería quedarme en casa y no tenía otra opción. Poco a poco sentí que al revés de tener simplemente que buscar algo que hacer en casa y sentirme sola, podría hacer lo que quiero. Tomar una ducha, arreglarme, y salir: ir al cine, a un concierto o comer en un bueno restaurante. Puedo y no hay razón para tener miedo de ir para dónde quiera, independiente de la compañía ser mis propios deseos.

Siempre me gustó estar sola por las tardes en mi casa, pero no estaba acostumbrada a salir sola. Creo que esto se debe también a la organización y socio estructura de Brasilia, de los bares y restaurantes (que no tienen balcón) y especialmente a la cultura brasileña que no valora la experiencia de aprovechar momentos solos. Imagino que esto va cambiar y ya está cambiando como consecuencia de la coyuntura actual.

Amiga, en algunos momentos, tomar la decisión de salir sola fue muy fácil. Ya salí y aproveché mucho diversas noches especialmente en Gràcia donde vivo y que me ofrece muchas buenas opciones. Pero, en otros muchos momentos tuve que crear una fuerza, a cual aquí llamo de seguridad para enfrentar los miedos que me surgieron en los momentos que en que no tuve nadie para compartir mis novedades o hacerme compañía. Y hasta hoy es así: algunas veces ya llego en casa con todas las ganas de salir muy pronto como hay otras en que miro por la ventana y me quedo indecisa sin saber qué hacer.

Aprendí y tengo aprendido que la experiencia de vivir en profundidad (sea donde sea: en nuestra ciudad o en cualquiera) exige que sepamos sentirnos solos y este aprendizaje es inmensurable. Más que esto, nos ayuda a que sepamos relacionarnos con otras personas. Hoy, estoy segura de que no hay nada mejor en la vida que estar cerca de las personas que amamos. Mejor que esto es estar cerca de ellos después de ter vivido momentos en que fui capaz de aprovechar la vida, sentirme bien y manejar desafíos sin la presencia o ayuda de ellos.

Amiga, no sé si te ayudé, pero necesito decirte que las preguntas que me hiciste me inspiraron muchísimo. Te echo mucho de menos, pero ya sabes porqué no te busco tanto. Quédate tranquila que sobre mis cambios y novedades más fuertes serán compartidos contigo. Y espero que tú hagas lo mismo. =)

Un fuerte abrazo, Ju.